El final del reggaetón es el inicio del siglo XXI

¿Has notado que últimamente no ha habido ningún nuevo escándalo feminista? Influencers que alguna vez fueron famosos hoy están completamente olvidados (Germán, Yuya, Werevertumorro, Anoying Orange, Grillantina, etc.). O nadie se acuerda ya de las feministas chilenas cantando “Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía”. ¿Te acuerdas del Ice Bucket Challenge? ¿No? Todo el mundo hablaba de eso. Como no hay una nueva estrella de pop, hay quienes siguen obsesionados con Shakira y Piqué. Desde el divorcio de Johnny Depp, ningún famoso de Hollywood ha estado en el ojo de un nuevo huracán mediático.

Los influencers se han convertido en el statu quo del marketing y la publicidad. Ni siquiera hay una canción reciente de reguetón que cause polémica. Lo último de Karol G sonaba a música tropical de los 80. Tropicoqueta marca el final dramático del reguetón. Te encuentras revisando las redes sociales cada vez con menos frecuencia, y ese comediante que antes seguías para ver clips… incluso los videos de hace una semana ya te parecen demasiado viejos para que te importen. Alguien me dijo que la era de los influencers se estaba acabando, y que por eso debería comprar su plataforma para crear apps y así convertirme en un ícono chiquito en el celular de alguien.

¿Qué está pasando? Creo que la crisis de la WEB/APP/STREAMING se debe a que todos están metidos en la inteligencia artificial. Pero la IA será como cualquier influencer: una moda con una vida corta, hasta convertirse en statu quo. Algunos estudiantes se aburrirán de hacer trampa con ella, porque ya no habrá emoción en sacar otra A fácil. Entonces, ¿qué sigue? ¿Qué viene después? Creo que una especie de nueva Edad Media, una sociedad feudal donde la gente común dependa de trabajos físicos. Se necesitarán algunos héroes a quienes adorar, pero ya no con la pasión del primer cuarto del siglo XXI. En otras palabras, estamos presenciando la verdadera entrada al siglo XXI.

El experimento social del COVID fracasó por completo. Hizo que la gente no quisiera volver al trabajo en persona, mientras sostenía múltiples empleos remotos sin lealtad a ninguna empresa. Permitió que los empleados experimentaran la libertad de no trabajar y aun así sobrevivir de alguna manera. El proyecto de reemplazar la educación con una gran plataforma online fracasó totalmente. Los estudiantes, como clientes, empezaron a exigir equilibrio con las clases presenciales. Como todo episodio de trauma colectivo, la gente simplemente quiso olvidar. No hubo película, ni documental, ni TikTok, ni canción sobre el tema. Como si las personas que murieron por COVID fueran “desapariciones desafortunadas”, cuando deberíamos estar examinando a fondo esas tragedias. Solo que SÍ sucedió, y dejó un conjunto de cambios sociales que jamás se borrarán, y que no hemos discutido de verdad. Y: mientras la gente estaba confinada e hiperconectada, la IA tuvo la oportunidad perfecta para entrenarse. Y después del COVID, como ese experimento falló, el nuevo está por cobrar vida: el ROBOT.

No creo que el ROBOT vaya a robarnos los trabajos. Hará que compitas contra él en tu lugar de trabajo, haciéndote sentir como un fracasado. Te hará guardar silencio ante las injusticias laborales con la amenaza del “reemplazo por robot”. Ya te sientes como basura porque no conoces las cien IA que hay en el mercado, o porque todavía editas tus videos manualmente, o porque usas ChatGPT como si fuera Google. ¿Y cómo se supone que debo usar ChatGPT? Cada IA que he probado es igual o peor que la anterior. GPT Plus es igual a cualquier otro GPT. Te sientes humillado por un mercado laboral donde una IA revisa tu postulación, así que usas otra IA para generar más y más solicitudes con tal de vencerla. No veo cómo un sistema tan absurdo pueda sostenerse a largo plazo, ni siquiera para los que están en el poder. Lo veo colapsando pronto, o estabilizándose en un statu quo más tranquilo.

Los algoritmos de las redes sociales también parecen desalentar el pensamiento político y el debate. Cada vez que publicas sobre política, solo lo ven tus tres amigos más cercanos, y no culpo a los demás: simplemente el algoritmo lo oculta. Lo que antes era una plataforma para conexiones comunitarias, ahora, de forma intencional, se ha convertido en una plataforma de coreografías breves. Bailar es una forma de arte difícil, y en este momento tiene la máxima visibilidad en las redes, con incluso sectas del baile ganando mucho dinero a costa de bailarines esclavizados. Y aunque no estemos en una secta, tal fenómeno revela lo que son las redes sociales. Una forma de crowdsourcing, o de trabajo masivo sin pago para el productor de la plataforma. Sí, yo también lo hago, yo trato de conectar y promocionar por redes sociales, pero por supuesto. No significa que no esté consciente de lo que estoy trabajando gratis para esas compañías de video.

Por eso ni siquiera Karol G ya postea videos sino que se ha dedicado a dar desfiles de moda, porque ni siquiera de reggaetón la gente ve videos. Ya un video de 3 minutos es muy largo para el ojo moderno habituado al rápido cambio de imagen de TikTok. Ya entrada en añitos, hasta se ofende porque la llaman “guisa”, y así enuncia que ya es estatu quo y no rebeldía. No es malo ser guisa y que se ofenda por eso me parece de un arribismo que no me esperaba de ella, que se presenta como sencilla y que utiliza precisamente la iconografía de la “guisa” para romper esquemas y beneficiarse de una estética que empezaron ellas, las mujeres jóvenes y pobres que exploran modas y tendencias con pocos recursos.

¿Quién iba a pensar que el reggaetón se iba a acabar? ¿Y que ya la industria no sabe cómo encontrar qué lo reemplace? ¿Quién iba a pensar que miles de redes sociales iban a acabar con Facebook, o que el imperio de Google se pudiera poner a prueba?

La otra vez estuve viendo una serie colombiana muy mala que se llama Simplemente Alicia. Sonaba pura musiquita rock de 1990, en un tono tan pretencioso, que me pareció súper molesto. Pero significa que ahí viene de nuevo el rock en español. La serie copia lo peor de la comedia norteamericana tratando de hacer humor con alguien que siempre está de afán, Verónica Orozco se cree Jennifer Aniston, pero la traté de ver porque ver a Verónica Orozco es como encontrarme con una vieja amiga. Aunque tratan de seguir el libreto feminista de la amistad y camaradería femeninas, no resiste la crítica feminista, porque las mujeres entre ellas solo hablan de hombres y relaciones, mientras los hombres entre ellos hablan de política, literatura, religión y problemáticas sociales. Yo no sé por qué no hacen una serie con influencia coreana más bien, con espíritus reencarnados que se reencuentran, más bien.


Discover more from Speech Of my Land

Subscribe to get the latest posts sent to your email.