ahuyama

¿Ahuyama, auyama, ahullama, aullama?

Los españoles usaron lenguas indígenas para designar las calabazas que encontraron en América a partir del siglo XVII, pues antes todo se llamaba calabaza. Una palabra es zapallo, que viene del quechua, y la otra es ahuyama. Esta proviene de otra lengua indígena, el cumanagoto, que hablaba un pueblo al oriente de Venezuela. La palabra cumanagota para el zapallo o la calabaza era “huahuayama” (Tascón). A estos indígenas también debemos la palabra “arepa”, por lo cual los venezolanos se arrogan la autoría de este delicioso plato meridional hispánico hecho de maíz.

La escritura normativa de la palabra es “ahuyama”, aunque también es bastante común “aullama” y “auyama”. Probablemente la “h” tenía un sonido similar a la jota en lengua cumanagota. De hecho, la “h” en español antiguo y colonial temprano tenía una pronunciación como jota, probablemente hasta el siglo XVI o XVII. Todavía quedan palabras como “hartera” que en Colombia se pronuncia frecuentemente “jartera”. Esa pronunciación fue desapareciendo y por eso en palabras que quedan en el dominio de lo oral se pierde la tradición escritural. Una búsqueda en google (Octubre, 2017) arroja 290.000 resultados para “ahuyama”, 545.000 para “auyama”, 4070 para “aullama” y 3050 para “ahullama”. Aunque el diccionario académico admite solo “ahuyama”, la forma “auyama” goza de mayor aceptación en el lenguaje escrito.

En sus diferentes variantes, se encuentra “ahuyama” en Colombia, Venezuela y República Dominicana, según el CORDE, en el siglo XX. En Colombia, se usa en las zonas central y norte. En el suroccidente se usa zapallo, pero una fuente me dice que en Nariño se prefiere “ahuyama”. Allí la palabra “calabaza” designa otro tipo de fruto, uno similar que es blanco por dentro, mientras que “ahuyama” o “zapallo” es el que es anaranjado por dentro. Es llamativo este dato porque va en contravía del quechua “zapallo” que es el más generalizado en la zona de influencia quechua.

Parece que la palabra “zapallo”, según Tascón, empezó a considerarse demasiado vulgar, y algunas personas empezaron a preferir “ahuyama”. Tanto así que “zapallo” empezó a designar una persona bobalicona o sin gracia. Esta tendencia reemplazó “zapallo” por “ahuyama” en Nariño, pero no lo lograría en el Valle del Cauca.

Referencias:

Real Academia Española. (s. f.). Diccionario de la lengua española (23.ª ed.). https://dle.rae.es

Real Academia Española. (s. f.). Corpus diacrónico del español (CORDE). https://corpus.rae.es/cordenet.html

Tascón, L. (1961). Diccionario de provincialismos y barbarismos del Valle del Cauca y quechuismos usados en Colombia. Universidad del Valle.