La Academia acepta “yerro” y “erro” (cometo un error), “yerras” y “erras”, “yerra” y “erra”, “yerran” y “erran”, en el presente de indicativo. En el presente de subjuntivo, acepta la forma con “y” y sin ella, como en “para que no yerres/erres”. Usar esta forma ya es extraño, pues el hablante prefiere decir la frase “cometer un error” o “equivocarse”. Pero si se quiere decir en una sola palabra, se puede empezar tanto con “y” como con “e”.
Es curioso que la Academia acepte ambas formas, aún contra sus orígenes etimológicos y el uso culto. La palabra “errar” viene del latín “errare” que comenzaba con “e” breve. En latín existían dos formas de pronunciar las vocales: largas o breves. Esta pronunciación se conservó en italiano, pero se perdió en español. La “e” que se pronunciaba breve en latín y quedaba con acento, terminó formando un diptongo “ie” como en “cielo”, del latín “cellum”. En cambio, en “celeste” ya no tiene acento y entonces no se forma un diptongo, siendo “cieleste” imposible. Es lo que se llama diptongación de las vocales abiertas (Díaz Collazos, 2024).
Lo mismo pasaría con “errare”. En la conjugación infinitiva, el acento queda al final, como en “errár” (pongo la tilde para recalcar la sonoridad del acento), así que la “e” se queda siendo “e”. Pero cuando tiene el acento, como en “érro”, se transformó en “iérro” como pasó con todos los casos de “e” breve acentuada del latín. De ahí la forma “yerro”, donde la “i” a comienzo de palabra asume inmediatamente la cualidad de consonante, como pasa con “hierba” y “yerba”.
Según esto, cuando la Academia admite “erro”, “erras”… va contra la etimología. La forma que se acerca a su origen latino es “yerro”, “yerras”…
Una búsqueda en CORDE muestra que “yerro”, “yerras”… se usa con bastante más frecuencia que “erra”, “erras”… Es decir, cuando la Academia acepta “erra”, “erras”…, también va contra el uso. Esto es apenas uno de los ejemplos en los que se muestra la arbitrariedad de la Academia a la hora de aceptar o rechazar variantes. En este caso, la Academia ha sido bastante benevolente al aceptar ambas formas, lo cual le conviene al hablante interesado en conformarse a la regla académica. Sin embargo, ¿por qué no acepta “haiga” y “haya” al mismo tiempo? Bien podría hacerlo, no existe obstáculo, si acepta “yerro” y “erro”.
Referencias:
Díaz Collazos, A. M. (2024). Historia de la morfología verbal en el español de América. En V. Codita, M. Fernández Alcaide, & J. P. Sánchez Méndez (Eds.), Estudios de morfoxintaxis histórica hispanoamericana (Vol. II.1, pp. 19–185). Tirant Humanidades.
Real Academia Española. (s. f.). Corpus Diacrónico del Español (CORDE) [Banco de datos léxicos]. Recuperado de https://corpus.rae.es/cordenet.html