El especialista bancario dirá algo como “Para aperturar su cuenta de ahorros, debe diligenciar el formulario que se encuentra localizado en el web site de nuestro establecimiento”, cuando puede decir, “Para abrir su cuenta de ahorros, debe llenar el formulario que está en la página web del banco”.
El término “aperturar” puede resultar molesto por lo pretencioso e innecesario, pues existe el término más común “abrir” que indica exactamente lo mismo. Sin embargo, la terminación “ar” o “ear” es un recurso totalmente válido para formar verbos a partir de sustantivos, adjetivos u otras palabras, aunque ya exista un verbo para designar exactamente lo mismo.
Existen palabras tan antiguas y comunes como “limpiar” a partir del adjetivo “limpio” o “viajar” a partir de viaje. La palabra “fritar”, de hecho, surge de “frito”. Y “frito” era un adjetivo derivado de “freír”: antiguamente se decía “no he frito la carne”. Decir “fritar” es como si hiciéramos un verbo a partir de “devuelto”, como “devueltar”, o de “impreso”, como “impresar”.
También existen creaciones recientes como “googlear” que significa “buscar en google”, “morbosear” que indica realizar actos morbosos o “formatear” que es reestablecer el formato de un disco de un computador.
¿Para qué decir “formatear” en lugar de “formar”? Posiblemente porque “formar” pierde el vínculo con el tecnicismo “formato”, que tiene un sentido muy específico en el lenguaje informático, y “aperturar” busca resaltar el sentido abstracto-financiero de la acción de abrir.
La Real Academia acepta “juguetear” a pesar de que existe “jugar”. “Juguetear” proviene de “juguete”, y significa utilizar algo como juguete. Son sinónimos aproximados, pero se acepta “juguetear” para establecer una pequeña distinción.
La terminación “ar” es activa y dinámica en español, mientras que las terminaciones “er” o “ir” son estáticas. Nunca se formaría un verbo a partir de un adjetivo o sustantivo con estas palabras. Por ejemplo, nunca diríamos “gogleer”, “morboser” ni “formatir”. Uno puede decir “abrí una cuenta”, pero nunca “formatí el computador”. Solo se forman nuevas palabras con “ar”.
El verbo “aperturar” proviene del latín “apertura”, y este dio origen a una palabra muy común: “abertura” con “b”. Sin embargo, “abertura” es un hoyo en un pantalón, un hueco en la pared, una incisión quirúrgica o, en todo caso, el resultado de “abrir” en el sentido físico.
En cambio, “apertura” es el resultado de “abrir” en sentido metafórico. “Apertura” se refiere al inicio de un contrato entre el usuario y la entidad financiera, si una cuenta de ahorros se puede considerar un contrato. No es que uno abra un hueco en las paredes del banco, sino que abre un canal de flujo de dinero por medio de la cuenta de ahorros.
El sustantivo más común en la edad media hasta el siglo XVII era “abertura”, mientras que “apertura” se vuelve común solo en el siglo XVIII, según la base de datos de la Real Academia. Es posible que los conocedores de la lengua latina hubieran rescatado la forma con “p” para significar la acción de abrir en un sentido abstracto.
Siguiendo la lógica de “apertura” versus “abertura”, se introduce “aperturar” versus “abrir”. “Aperturar” es “abrir” en sentido metafórico, por lo que “aperturar” y “abrir” no significan exactamente lo mismo.
A partir de “aperturar” podíamos ir más lejos y crear un sustantivo agregando la palabra “ción”, y así tendríamos “aperturación”. Pero incluso se podría llevar la cuestión al extremo y crear luego un nuevo verbo con “ar” y hacer “aperturacionar”, para crear luego un nuevo sustantivo con “miento” y decir “aperturacionamiento”.
Y todas estas creaciones serían perfectamente válidas en español. Existe la palabra “apertura” y luego todos los sufijos españoles como “ar”, “ción” y “miento”. Las creaciones léxicas aquí presentadas se deben a una tradición de intercambio entre pretéritos y participios fuertes, y la productividad de la terminación -ar (Díaz Collazos, 2024).
Bibliografía:
Díaz Collazos, A. M. (2024). Historia de la morfología verbal en el español de América. En V. Codita, M. Fernández Alcaide, & J. P. Sánchez Méndez (Eds.), Estudios de morfoxintaxis histórica hispanoamericana (Vol. II.1, pp. 19–185). Tirant Humanidades.